La boda de Rocío y Jose en Hacienda Majaloba

 

Nos conocimos en Madrid hace casi 4 años. José acababa de aterrizar (literalmente) de Toulouse (ciudad en la que había estado viviendo dos años) para recuperar su residencia en Madrid y tratar de, poco a poco, volver a su tierra (Sevilla). Yo, Rocío, madrileña de pura cepa, vivía desde hacía 3 meses en Sevilla y subí en el puente de Andalucía a ver familia y amigos. Ese día nos conocimos en la barra de un bar del barrio de Ponzano mientras tomábamos cervezas con amigos. Simplemente, nos cambiamos los teléfonos y el tiempo y el destino hizo todo lo demás. Con los meses, José se trasladó por trabajo a Sevilla y eso hizo que la relación se forjara. Dos años después, en un viaje a Cuba coincidiendo con mi 30 cumpleaños, el me regaló «una pedida» en la plaza de la Catedral de la Habana. Desde entonces, supimos que el ritmo cubano tenía que estar presente el día de nuestra boda.

 

Nos casamos el 7 de septiembre de 2019 en la Iglesia de Santa María la Blanca de Sevilla.  Para el vestido, conté con un diseño a medida de Panambi. Consiguieron calcar a la perfección la idea que tenía en mi cabeza, algo muy sencillo pero con toques propios. Los zapatos eran de Salo Madrid, un regalo de mi hermana. El ramo tenía claro que sería de Cártamo Flores. Siempre he admirado su trabajo y soñaba con llevar uno. Me siento súper atraída por los tonos vivos así que le di un toque con las proteas y quería incluir en blanco alguna flor que pareciera Azahar.

Por aquello de casarnos en Sevilla y porque las invitaciones y papelería de la boda nos las habían pintado personalmente en acuarela con motivos de azahar y naranjas. La encargada de diseñar nuestras invitaciones y papelería es Maraquela Watercolor

Del maquillaje se encargó Nuria Villa, excepcional profesional que hace seguimiento de tu piel desde el minuto uno. No pudo transmitirme más tranquilidad y tuvo un par de regalos personales que guardo con mucho cariño. Por otro lado, las niñas de arras iban de Lunatta. Es una marca sevillana que hizo a medida los tres vestiditos. 

El novio iba de Tom Black, con chaqué y camisa hechas a medida. La corbata y tirantes eran de Gamberi y los gemelos fueron un regalo de sus padres cuando cumplió los 30 y eran de MontBlanc. 

Siguiendo con el banquete, lo celebramos en la Hacienda Majaloba. La Hacienda Majaloba está rodeada por un gran cultivo de naranjos, de ahí también los motivos de las invitaciones. El catering era de Campuzano, no pudimos elegir mejor.El aperitivo fue en los jardines de la Hacienda donde el grupo Son de Cuba lo amenizó. Pusimos una Food Truck con el nombre del bar donde nos conocimos, en la que sirvieron mojitos y mini Gin Tonics. Las flores y centros son de Dtallo.

 Para las luces, música y DJ contamos con Staffsound. La entrega de Los Hermanos Domínguez fue absoluta, ni la lluvia les paró. Otro momentazo fue cuando subió el novio de manera improvisada a cantar «esa mujer». Nos quedamos todos con la boca abierta. ¡Yo casi muero de amor! Las fotos las hizo Couche Photo pero tuvimos que decidirnos a contratar una postboda realizada porRocío Aguado porque el día de la ceremonia hizo un calor horrible.

 

 

   

 

 

 

          

 

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