

«Creo que hemos batido el récord en fechas de boda. Hemos tenido cuatro. La primera el 2 de mayo de 2020, y de ahí acabamos casándonos finalmente el 29 de mayo de 2021.
Teníamos la esperanza de poder celebrarla con todos los invitados, íbamos a ser unos 300. Venía mucha gente de fuera ya que Pablo ha vivido prácticamente toda su vida entre Namibia y Sudáfrica. Lo retrasamos lo que pudimos hasta que ya decidimos seguir adelante porque la verdad, le estábamos cogiendo manía a la boda y veíamos muy lejano que los amigos de fuera pudiesen venir. Aunque el 29 de mayo la normativa ya permitía bodas más grandes, nosotros decidimos reducirla a unos 50 para crear un entorno lo más seguro posible con las personas más cercanas a nosotros»
Cristina y Pablo se casaron en la capilla de La Purísima de Onteniente. Para su gran día, la novia escogió a la diseñadora Marta de Diego. Combinó su vestido con joyas de Carlos Moret, sus zapatos Alhamas y su ramo de Rosanflor. De su maquillaje se encargó Albert Rara y de su peinado su peluquero de siempre. Su «algo prestado» fue el velo que llevo su madre el día de su boda. El novio lució chaqué de CF Sastrería mientras que la madrina vistió de Valentín Herraiz. Los niños de arras llevaban conjuntos de Neck and neck y la madre de la novia eligió a La Bohème para su traje.
Tras la ceremonia, novios e invitados se dirigieron a Finca Torrefiel donde Rosanflor se encargó de la decoración floral. Audioprobe corrió a cargo de la música y Javier Gurrea hizo estas maravillosas fotos.
«Elegí hacerme el vestido con Marta de Diego porque me la recomendó una amiga y la primera vez que fuimos a su estudio, estuve muy cómoda con ella y nos reímos mucho, además de notar que era muy perfeccionista. Nunca le había dado vueltas a como sería mi vestido hasta que me casé. Cuando empecé solo tenía claro que quería una espalda muy pronunciada. Quería que fuese algo especial y que tuviese algún detalle original, pero me di cuenta de que así no me veía en absoluto de novia, asique decidí ser fiel a mi estilo. Por eso opté por un diseño muy sencillo que a la vez fuese elegante, y que la “capa” fuese lo que le diese ese toque especial al vestido.»
«Pasada la boda, nos dimos cuenta de que todo el estrés que habíamos pasado por cambios y por organizarlo todo a la perfección no valieron nada la pena, porque los mejores recuerdos fueron los momentos menos planeados y aquellas cosas que salieron “mal”. Al final lo importante es celebrar ese día con tus seres queridos. Todo lo demás simplemente acompaña.»
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