La boda de Pilar y Hugo en Huerto San Vicente

Hugo fue el primer y único amor de Pilar. Lo encontró hace doce años y desde entonces no se han separado. Él le pidió matrimonio el verano de 2016 en Formentera, con el amanecer de fondo. La fecha elegida fue el 30 de septiembre del año 2017. Todo comenzó en el Hotel Reina Victoria de Valencia, donde Pilar se vistió junto a sus padres y sus hermanas. Para su gran día escogió un vestido de Pol Nuñez, un diseño sencillo que encontró en la tienda valenciana Jorge Aparisi. Crepe de seda, escote en la espalda, botones y algo de encaje, justo lo que Pilar quería.  Para su pelo, se decidió por su semirrecogido muy natural obra de Bigudíes de Rubíes, con dos peinetas en tonos rosa, negro y bronce de la firma Alial Millinery. Estas iban a juego con sus sandalias Michael Kors, también en tonos rosados. Su ramo, obra de Atelier de la Flor, fue un sencillo conjunto de rosas de pitiminí de tallo largo, como recién cortadas, me encanta. Y le añadieron una cinta azul de terciopelo, su algo azul. Laura, de Nars Valencia se encargó de su maquillaje. Sus hermanas llevaron diseños largos de Jorge Aparisi y de Pronovias.
Hugo, por su parte, lució un traje a medida de Scalpers, en color azul marino.
La novia llegó a la Basílica San Vicente Ferrer, una preciosa iglesia en el centro de Valencia, en un coche antiguo biplaza en color granate. La acompañaban dos niños de arras con bermudas en lino beis y camisa blanca de hilo de cuello mao, todo de Pili Carrera. Como complementos unas espardeñas y un sombrero colegial firmado por Masario. La decoración floral de la iglesia la realizó la floristería Feliu, basándose en tonos verdes. Lo más espectacular fue el semiarco que dispusieron en la entrada de la iglesia y la imponente alfombra azul oscuro que llevó hasta la novia al altar.
 
Tras la ceremonia, todos se dirigieron a Huerto San Vicente. La decoración floral del espacio fue obra de El Atelier de la flor. El cóctel se celebró en el jardín y la cena bajo un mar de guirnaldas al aire libre. A su entrada, todos los invitados se vinieron arriba al son de los Gipsy Kings, «Hotel California». Las mesas se decoraron con mantelería de lino beige y faldones en blanco roto y la mesa presidencial, en rosa. Esta se dispuso sobre la pinada, en un pasillo lleno de enredaderas, y se decoró con burbujas de cristal iluminadas con velas en su interior. Los meseros y minutas los diseñó  Lucía de De Pluma y Letras, siguiendo el diseño de las invitaciones de la boda. Las sillas fueron de madera estilo colonial. De la música e iluminación se encargó Audioprobe.
El baile comenzó con la canción de Adele «When were we young». En cuanto a los regalos para los invitados: » Yo soy maestra de Educación Especial (P.T) en un centro específico. Tenía claro que quería que el dinero invertido en ellos fuera para una asociación, pero no quería dar lo típico. Fuimos a una asociación de personas con discapacidad intelectual de mi pueblo que se dedica a hacer papel reciclado y nos confeccionaron unas libretas preciosas para las mujeres con su carpetita envueltas y para los hombres regalamos una cerveza artesanal que elaboran también en mi pueblo con cacahuetes. ¡Fue un éxito!»
Las madres y hermana recibieron un ramo, así como la mejor amiga de la novia que se llevó su ramo de rosas de pitminí. Toda la fotografía nupcial es obra de Cristina Díaz y el vídeo de Retrato de un Instante. 
 
    
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