En mi entrada Mi diseñadora será ya os conté por qué elegí a Lucía de Miguel (DEMI novias) para hacer mi vestido. Hoy quiero describiros cómo fue mi experiencia, prueba tras prueba, viajando a una ciudad diferente y descubriendo poco a poco el vestido de mis sueños.
Todo comienza con una lluvia de ideas; cuando decides hacerte un vestido a medida tienes que intentar transmitirle al diseñador todo lo que te habías imaginado. En mi caso, no os creáis que era mucho. Sí tenía claro que quería un vestido de líneas puras, sin encajes ni pedrerías. La espalda tenía que ser abierta y debía llevar mangas. Los detalles que más me gustan: el plumetti, los botones en la parte trasera y los plisados. También buscaba telas ligeras, con mucha caída; os confieso que ya me había informado y lo que parecía encajar con mis ideas era el crêpe de seda, el georgette…
Así que, con todas estas aportaciones, Lucía de Miguel creó 3 bocetos para mí…y con un poquito de unos y otro poco de otros salió mi vestido. Introdujimos un nuevo detalle que no contemplaba: las mangas acampanadas. La idea nos la dió ella y nos encantó, era la última chispa que le faltaba al vestido. Como os he dicho, yo llevaba la idea del plumetti pero en un principio no lo pusimos en el boceto.
Por supuesto, a la hora de elegir el modelo, tuvimos en cuenta qué me sentaría bien; dónde debía ceñirme el vestido y donde no. Enfin, ya teníamos por donde empezar…estábamos a unos 8 meses de la boda.
La primera prueba siempre suele ser algo «decepcionante», pero no os asustéis; esto les pasa a todas. Llegamos con mil ganas y se debe empezar con lo que llaman la «toile», una tela que no es la definitiva y que a las modistas les sirve como patrón. Así, la primera prueba es más para ellas que para nosotras, que no siempre conseguimos hacernos una idea de como quedará.
Durante las siguientes pruebas, el vestido irá avanzando poco a poco. En la segunda prueba, ya podrá vestir con las telas definitivas aunque el vestido siga lleno de alfileres y pliegues, será más fácil ir haciéndote una imagen mental del resultado final. Para que os hagáis una idea, mi segunda prueba fue a principios del mes de mayo.
Ese día, comprobamos lo adecuado que era el georgette (un tipo de gasa) para mis mangas acampanadas. Por otro lado, Lucía opinó que ampliar las mangas quedaría mejor y aún tuvieron que ajustarme el cuerpo del vestido. Como véis, también probaron la gasa plisada para el fajín, que nos encantó. Fijaos también en el pliegue central de mi falda, escogimos ponerlo ahí porque en los lados aumentaba mis caderas, y de esta manera estaba más estilizada.
Tercera prueba. Ya nos encontramos a mediados de julio. Nos empezamos a fijar en los detalles de las mangas, yo quería añadir algo, no tenía claro qué. Así que me dejé aconsejar por Lucía y sus modistas.
Cuarta prueba. Todo parece estar ya ultimado, estamos a tres semanas de la boda. Lucía ha cambiado de taller por lo que recuerdo que estaba muy emocionada con ver su nuevo atelier y por supuesto con la idea de ver mi vestido casi terminado. Reconozco que pensaba que estaría mas avanzado pero me hizo mucha ilusión elegir el velo ese día. Recuerdo que estuvimos valorando la posibilidad de añadir un velo de color, por supuesto, azulado. Pero finalmente, introdujimos lo que yo deseaba en un principio: el plumetti. Fue el broche de oro y quedaba fenomenal. Además, fue el primer día que me puse el vestido con los zapatos definitivos, unos tacones a medida de la firma Franjul en color azul, mi algo azul.
Quinta prueba y entrega. Esto en realidad debería haberse hecho en una sola prueba…pero ya sabéis…todo tenía que estar perfecto y preferimos dejar una última prueba la misma semana de la boda para asegurarnos. En estas últimas pruebas, ya lo teníamos todo, los zapatos, el velo…yo estaba feliz con el detalle de la manga. Pero, no nos convencía el tocado que teníamos en mente. Y sí, a menos de una semana, cambiamos el tipo de tocado. ¿Por qué? Pues decidí probarme una de las coronas que también diseña la firma Lucía de Miguel y de repente lo vimos claro. Mi vestido, de estilo medieval y romántico, no podía quedar mejor con una corona de flores.
El proceso de crear un vestido de novia no es nada fácil, hay muchas emociones y trabajo puestos en ello. Yo os recomiendo que os rodeéis de las mejores personas, que os aconsejen, que os ayuden… Mi madre fue mi gran apoyo en cada prueba y aunque entiendo que os haga ilusión que el vestido sea sorpresa para todos, para mi fue mucho más especial compartir el proceso con mis amigas. Y ellas, hicieron el esfuerzo de viajar a Madrid conmigo para participar en ello. Mi tía, mi abuela y mi prima también me acompañaron en alguna de las pruebas, también les hacía mucha ilusión.
Finalmente fueron seis pruebas viajando a Madrid. ¿Valió la pena? ¡Desde luego! Pero la verdad es que os recomiendo que si podéis encontrar una firma/diseñador/tienda que se adapte a vuestros gustos, evitéis iros fuera de la ciudad; resulta caro, y hay que emplear mucho tiempo. Al final, al precio del vestido tendréis que sumarle los gastos de cada viaje. Otra opción, que yo debí hacer, es dejar claro desde el principio que no tenéis disponibilidad para viajar, por lo que tendréis que limitaros a las pruebas estrictamente necesarias; creo que podríais reducirlas a tres.
Por otro lado, si vivís en Madrid o alrededores, no puedo dejar de recomendar a Lucía de Miguel, es una diseñadora joven que se adaptará a tus gustos. Ella apuesta por una novia con mucho carácter, que no sea igual que las demás, que no necesite llevar grandes y pesados vestidos como antaño, sino que se sienta ella misma dentro del modelito. Además, sus presupuestos son muy razonables, dado que es un vestido que solo vais a llevar una vez, no hace falta gastarse 3000 euros en él. Y por último, ella es un cielo, se preocupará de que todo salga perfecto, y es muy fácil considerarla tu amiga después de este proceso.
Vestido de crêpe de seda, velado con georgette. Mangas acampanadas de georgette de seda con remate de encaje. Espalda escotada en uve, con plisados. Fajín plisado. Botones en la espalda
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