19 Jun La boda de Carmen y Jaime en el Palacio de Santa Cristina
MALLORCA+CÁCERES se unen en esta boda.
Invitarte se encargó de las invitaciones. Una prima de Jaime las diseñó. Una bellota simbolizaba la dehesa extremeña, lugar de nacimiento de la novia y de la celebración de la boda. El cangrejo, es típico de Mallorca «cranc pelut», lugar de procedencia del novio. Estos dos símbolos estuvieron presentes durante toda la boda.
Para su gran día, Carmen confió en la diseñadora Clara Brea, que se encargó de confeccionar su vestido soñado en tonos rosas. Se utilizó una cola desmontable que permitió a la novia lucir dos looks distintos. Los zapatos, clásicos y atemproales, eran unos Louboutin en color nude, tras la cena, las cambió por unas cómodas alpargatas Castañer. El tocado, una corona de flores de porcelana en tonos blancos y rosas lo firmaba Puntulina y su ramo era de Dilo con una flor. En cuanto al estilismo, Carmen confió en Clara Molina y Nerea Sacramento. Ella trabaja en televisión y la suelen maquillar a menudo, por lo que quería a alguien de confianza. Por su parte, el novio llevó un traje de tres piezas a medida de Púgil con camisa blanca, chaleco reversible, corbata de Loewe y un reloj Tag Heuer que heredó de su padre. Los gemelos eran regalo de sus amigos.
El 08 de julio de 2017 Carmen y Jaime se daban el sí quiero antes sus familiares y amigos. Aunque viven en Madrid, decidieron casarse en Cáceres. Allí celebraron una preciosa ceremonia civil en el Palacio de Santa Cristina; los invitados fueron recibidos con una barra libre de zumos y limonada. Además, se les entregaron paquetes con pañuelos para las lágrimas, lo que fue muy útil ya que los familiares y mejores amigos de la pareja emocionaron a todos los presentes con sus palabras. La novia llegó a la finca en un Dodge negro de los años 50
Las pequeñas niñas de arras llevaron vestidos y alpargatas blancas, tul rosa y sombreros de paja. Una de ellas llevó los anillos en una caja de madera pintada a mano por la tía de la novia con el mensaje: Éramos ayer. Seremos mañana. (Alejandro Sanz)
La decoración floral de las mesas y el cóctel corrió a cargo de la florista Karmen de Cáceres. Para lo primero, grandes guirnaldas de laurel coronadas con limones, que no solo aportaron su aroma sino que ahuyentaron a los mosquitos. En el cóctel, en cambio, se colocaron macetas con plantas aromáticas como romero, hierbabuena, menta; todo siguiendo una línea muy rústica, acorde con la finca.
El Mentidero de la Villa se encargó del cóctel y la cena: no faltaron tenderetes con mojitos y mimosas, un cortador de jamón, un mercadito de verdura, tartares y ceviches…etc Todo un banquete que los invitados pudieron disfrutar paseando al atardecer con sombreros de paja para protegerse del sol extremeño.
Los novios hicieron su gran entrada a la cena al son de My way de Calvin Harris. Todos los invitados se animaron a bailar y cantar. El ramo se dividió en dos, una parte para cada hermana, la del novio y la de la novia. Además se hicieron dos réplicas pequeñitas para las abuelas.
La noche se iluminó gracias a varias hileras de bombillas. El baile se inició con una coreografía muy bien preparada por la pareja al son de La vuelta al mundo, de Calle 13, interpretada en directo por una banda de rock. Los invitados decoraron su piel con unos tatuajes temporales; el cangrejo si eras de parte del novio, y la bellota si venías por la novia. La banda tocó durante dos horas todos los clásicos del rock para todas las edades. Después Soniprex que se encargó de la acústica (altavoces, micrófonos de la ceremonia y el baile) ‘pinchó’ una lista de música seleccionada por Teresa, la mejor amiga de la novia. La fiesta duró hasta que salió el sol. Por supuesto estuvo acompañada por una extensa mesa de dulces preparada por El Mentidero de la Villa.
Las fotos son de Sergio Sánchez Grande. El vídeo es de MR Filmmaker.
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