01 Nov La boda de Bea y Álvaro
La mañana de la boda, Bea se arregló y vistió en casa con su familia; su madre y su hermana le ayudaron. Fue la propia novia la que confeccionó el tocado de su hermana que iba perfecto con el vestido largo que la abuela de ambas había creado para ella. ¡Menuda familia de artistas! Su madre se decantó por un modelos en dos piezas, combinando dos colores con mucha chispa. ¡Me encanta!
Álvaro vistió su levita de marina y no es porque sea mi amigo…pero ¡qué guapo estaba!
Los niños que acompañaron a la novia iban vestidos de Teresa y Leticia. Las niñas con vestido blanco y fajín azul, y los niños con camisa blanca de cuello mao y pantalones cortos azules. Los canotiers fueron confeccionados por la propia novia y su madre.
Bea llegó a la iglesia El Espíritu Santo, en la calle Serrano de Madrid, acompañada de su padre. Viajaron en un coche antiguo prestado por un amigo de la familia que también utilizaron en la boda de la hermana del novia.
Bea decidió entrar velada a la iglesia; me cuenta que a la salida del coche se puso el velo al revés y que tuvieron que cambiarlo rápidamente porque sino se lo pisaba por delante. Todo esto, mientras el novio esperaba en el altar. ¡Me encantan esas anécdotas!
Bea también me ha contado algo que me ha resultado tremendamente familiar:
«no me puse nerviosa hasta que no llegué a la Iglesia. Me encantó ver la cara que tenía Álvaro… yo me subí al altar medio llorando medio riendo… no sé muy bien que hacía… Fue una sensación rarísima… «
Y es que a mi me pasó igual, hasta cinco minutos antes no me encontraba nerviosa y también entré entre lágrimas y sonrisas; ¡parece que no se aclaran nuestras emociones!
La madrina lucía un precioso vestido largo en color buganvilla y una mantilla negra. Elegante y clásica.
A la salida de la iglesia, pasaron bajo un pasillo de sables, una tradición que me encanta 🙂
A continuación, todos se dirigieron al lugar del cóctel: el Castillo de Viñuelas, una finca en plena naturaleza, con grandes salones de piedra.
Otra genial anécdota que Bea ha querido compartir conmigo: desde la iglesia al banquete, los novios viajaron en el coche antiguo que solo podía circular a 60 km/h con lo que todos sus invitados los adelantaban, les pitaban y les hacían fotos durante su trayecto por la autopista.
La temática de la boda fueron las películas, desde la ceremonia en la que el coro Laudate, interpretó temas de La Misión o La Vida es bella, hasta el banquete. Durante la cena, sonaron múltiples bandas sonoras y las propias mesas tenían nombres de películas. Los novios se sentaron en «La vida es bella» por ser la peli favorita de la novia.
Para la entrada al banquete utilizaron el temazo de «Madre tierra» de Chayanne. Reconozco que yo misma utilicé esta canción para entregar uno de los ramos y se consigue levantar a toda el salón 😉
Durante el banquete, servido por el Aldovea catering, los novios dieron varias sorpresas. Le sacaron una tarta a la madre de la novia, que ese mismo día cumplía años, y todo el salón le cantó el cumpleaños feliz. Además, un amigo de la novia sorprendió a todos con un bonito discurso y una de las sobrinas de la novia recitó una poesía.
La novia dió tres ramos, a dos amigas y a su hermana. La verdad es que me han encantado esos ramos desenfadado, silvestres, con grandes ramas de eucalipto.
Para abrir el baile, eligieron la canción de la Barcarolle; al novio le hacía especial ilusión ya que fue la misma melodía con la que sus abuelos bailaron el día de su boda.
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